ESPECIAL TERENCI MOIX IN MEMORIAM
por Estrella Cardona Gamio, 3.4.2003

Terenci MoixEl primer libro que leí de Terenci Moix, fue El dia que va a morir Marilyn, de esto hace muchísimos años, me lo prestó un amigo con el comentario: es una novela que dice mucho a la gente de nuestra generación. Nunca olvidaré sus palabras así como tampoco el efecto que me causó aquel libro, era simplemente un lenguaje nuevo en medio del mundo anquilosado que nos tocó vivir a todos cuantos “más o menos, teníamos veinte años el día que murió Marilyn”.

Tiempo después, el mismo amigo me prestó Onades sobre una roca deserta, que acabó de robarme el corazón, sobre todo su protagonista de extraño nombre, más próximo al de las princesas de cuento de hadas que al de una chica moderna.

Ese fue el comienzo de una singular amistad, y digo singular porque entre el autor y su público el único nexo habitual es que el público lee la obra de una persona a quien normalmente jamás conocerá en directo, como ha sido mi caso, amistad nacida a base de préstamos –circunstancia que no creo sea del agrado de ningún escritor-, pero que despegó con sus propias alas una vez descubierto Terenci Moix.

A lo largo de los años le he ido leyendo, novelas, autobiografías, artículos, etc., le he seguido en sus apariciones televisivas, sorprendiéndome muy mucho el cambio físico sufrido entre los primeros programas y la segunda etapa de ellos, transformación comentada jocosamente por él mismo, quien afirmó en un determinado momento “que había decidido cambiar de look”; no recuerdo ahora exactamente sus palabras, pero si sé que eran muy ocurrentes ya que se hacía una auto crítica en la que no salía nada bien parado que digamos, pues aludía a su calvicie y a imperiosos arreglos dentales que ya resultaba urgente no retrasar.

En esta segunda etapa, en la cual rejuveneció enormemente, todo hay que decirlo, lo descubrí un día en una serie televisiva que hablaba de Egipto y aunque me resultaba familiar -la cogí empezada-, no sabía quien era aquel presentador, tan grande fue el cambio operado, luego, claro está, supe que se trataba de él.

Esta imagen de Terenci Moix, pelo corto y gesto burlón, es la que se ha conservado hasta hace muy poco, cuando el enfisema pulmonar empezó a desfigurarle con la huella del sufrimiento.

Pero no quiero ponerme triste, no quiero sumarme al coro del llanto, quiero recordarle como estaba en sus mejores años, de jovencito, y, más tarde, superada la etapa de los cabellos largos, o sea, siempre una persona divertida, irónica, sincera, libre de prejuicios, y, sobre todas las cosas, un gran escritor, tanto en catalán como en castellano, cuya extensa bibliografía, incluida su etapa de excelente traductor, los premios recibidos, etc., no voy a citar ya que se halla presente en la memoria de sus lectores.

En televisión hoy he podido ver unos minutos del funeral laico que le han tributado sus allegados y amigos en el Consistorio de Barcelona su ciudad natal, un funeral en cuyas disposiciones brillaba la puesta en escena del propio Terenci, porque a nadie más que a él podía habérsele ocurrido que en aquellos momentos su réquiem fuese el I go!, I go!, de Blancanieves y los 7 enanitos de Disney.

A Terenci Moix le acompañaban, junto con los suyos –familia, amigos y colegas-, una foto de su amada Marilyn y otra de sus no menos amadas pirámides de Egipto, y a Egipto, “su” faraónico Egipto, es a donde, por propia disposición, reposarán parte de las cenizas del escritor en el pueblo de Deir-el-Medina cercano al Valle de los Reyes, convirtiéndose ya para siempre en Terenci del Nil, el que fuese en vida una persona demasiado joven para envejecer.

 

Terenci Moix
5.1.1942 - 2.4.2003

 


© C. CARDONA GAMIO EDICIONES 1999-2011. Reservados todos los derechos.