Fernando Pessoa

Uno de los más singulares escritores que haya podido dar la literatura, el hombre automarginado que vivió en soledad, Fernando Antonio Nogueira Pessoa, nació el 13 de junio de 1888 en Lisboa hijo de Joaquín de Seabra Pessoa, quien moriría de tuberculosis dejándolo huérfano a la edad de cinco años y un mes.

Fernando Pessoa no se casó nunca ni tuvo hijos, pero su complejo universo interior, bastó para llenar toda una vida, que no fue muy larga. A esta existencia, marcada indeleblemente por el fallecimiento paterno y también por el de su hermano pequeño, se uniría luego el desarraigo que en ella supuso un segundo matrimonio de su madre María Magdalena, con el cónsul de Portugal en Durban, Joao Miguel Rosa, a los dos años del deceso de su progenitor, matrimonio más impelido por la necesidad que no por el amor, pero que el niño no pudo entender y esto le aisló aún más. Con su padre, la familia había tenido un status elevado y aunque el chiquillo conoció después las estrecheces económicas con un desventajoso cambio de domicilio y la subasta del patrimonio familiar para sobrevivir, el traslado y la mejora económica, no aliviaron su melancolía y sensación de soledad.

Con siete años de edad, el pequeño se ve instalado en Sudáfrica, clima y gentes exóticas, y obligado por la necesidad a aprender el inglés en el Convent School, idioma que asimiló prontamente y en el que luego escribiría gran parte de su obra. Fue un alumno tan aventajado que al pasar a segundo curso iba con dos años de adelanto.

Su extraordinaria facilidad para los idiomas le hizo ganador del premio anual Queen Victoria Memorial Prize por un ensayo redactado en inglés y cuya obtención era imprescindible para alcanzar la matrícula de examen; más tarde en el High School, estudiaría latín con excelentes resultados, siendo su profesor el severo W.H.Nicholas.

En 1905, Fernando Pessoa abandona Sudáfrica a donde no volverá nunca más. Es un joven extraño, poco convencional y sumamente encerrado en sí mismo, regresa a Lisboa y emprende varias actividades una después de la otra; se inscribe en la universidad que pronto abandona, funda una pequeña editora gracias a la herencia de una abuela, negocio que va a la quiebra, luego se estabilizará al encontrar un trabajo de redactor de correspondencia extranjera en negocios dedicados a exportar e importar, también hará de traductor.

Una parte de sus años se consumen en este quehacer laboral que le ayuda a subsistir, mientras vive en casa de parientes, abuela o tías, hasta independizarse en cuartos alquilados.

En tanto escribe, encerrándose en sus versos y viviendo a través de cuantos personajes inventa: sus famosos heterónimos.

Se ha dicho de Pessoa que fue un hombre triste y solitario, aunque cabría preguntarse en que medida; solitario, en el decir de los demás, porque no era hombre de multitudes ni en exceso sociable, pero, qué soledad más relativa la de una persona que mora en un mundo riquísimo de su invención y en el cual no le faltan nombres para poblarla, para ser exactos 72 heterónimos completamente individuales y con sus fechas de nacimiento y correspondientes biografías, entre ellos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Cmpos, Bernardo Soares.

En cuanto a triste, es aventurado suponer que lo fuera totalmente, era muy sensible es cierto, pero no olvidemos que un creador siempre encuentra felicidad en su obra, y esa felicidad es alegría.

Pessoa, como muchos otros ilustres escritores, se dio a la bebida –lo que no es recomendable porque el alcoholismo entorpece y mata-, aunque jamás se supo de él que perdiera la compostura.

A la edad de 24 comenzó a dejarse ver en las tertulias literarias y a frecuentar el trato de artistas, pero no solamente hizo eso; dos años más tarde empieza a estudiar el ocultismo y llega a escribir incluso sobre astrología ya que se convierte en un astrólogo inmejorable, pero esta área de su inmensa producción todavía no ha sido muy difundida.

Su atracción por el ocultismo le empuja a tener contacto epistolar con Aleister Crowley y posteriormente personal cuando el mago visita Lisboa, pero no es más que un contacto que no se repite.

Aunque retraído, Pessoa, se relacionó con algunas personas que en su vida significaron bastante, un querido amigo que se suicidó a los 25 años, el poeta Mario de Sá Carneiro, el pintor y escritor Almada Negreiros, y Ophelia Queiroz de 19 años, una compañera del trabajo con la que inicia un idilio que tiene corta existencia y que reemprenderán nueve años más tarde, con idénticos resultados, y esta relación sentimental, como todo lo que hace referencia a Pessoa, es por completo atípica, ya que da paso a que sus heterónimos, cortejen a la muchacha, lo cual no deja de ser una situación esquizofrénica, que, como es lógico, no favoreció para nada esos amores.

(No debe olvidarse el hecho de que la abuela materna de Pessoa, padeciera ataques de locura, de que él mismo en 1933, sufriera de una psicosis histérico neurasténica, y de que en varias ocasiones anteriores, pensara seriamente ingresar en un frenopático).

Por otra parte, también se ha dicho que Fernando Pessoa era homosexual y de ahí su imprecisa conducta respecto de las mujeres, por más que los heterónimos no tuvieran nada que ver en ello sino que formaban parte de un juego muy personal de desdoblamientos múltiples.

 

En 1924 dirige, junto con Rui Vaz, la revista Atena y en 1927 colabora con la revista Presença y cuatro años más tarde funda, en compañía de un par de amigos la Editorial Olisipo.

En vida sólo vio un único libro suyo publicado y ese fue Mensaje, un poemario que quedó finalista en el Premio Antero de Quental en el año 1934, uno antes de su muerte, siendo este poemario lo primero que se publicaría en lengua portuguesa de su extensa obra, casi toda escrita en idioma inglés.

Por cierto, la obra de Pessoa que contenía unas 27543 páginas, y que fue hallada a su muerte en la casa en donde vivía, se halla todavía en gran parte inédita aunque poco a poco vaya a dándose a conocer. Sus escritos sobre astrología son una parte muy importante de ella, ya que esta antigua ciencia le fascinó sobremanera, hasta el punto de llegar a hacerles los horóscopos o temas astrológicos, a algunos de sus heterónimos, configurándoles de esta manera el carácter, por ejemplo a Ricardo Reis al que da dos fechas de nacimiento, la primera el día que él se le ocurrió el personaje, o sea el 29 de enero de 1914, a las 23 horas en Oporto, y la segunda, la verdadera dentro del mundo de la fantasía escrita, el 19 de septiembre del año 1887, a las 16 horas y cinco minutos, en Oporto también.

(Si tenemos presente que Fernando Pessoa era Géminis, lo cual en astrología se simboliza con los hermanos gemelos, y que en la vida de las personas de ese signo todo se reparte o multiplica por dos, no es de extrañar que su existencia, la real y la ficticia, siempre estuviera marcada por la dualidad).

Su fin a los 47 años, encierra muchas similitudes con el de Edgar Allan Poe; alcohólico, con el hígado deshecho, es ingresado de urgencia en una clínica lisboeta, después de tener un ataque de delirium tremens.

Veinticuatro horas después, el 30 de noviembre de 1935, dela de existir allí el más grande poeta portugués contemporáneo.

Se ha escrito mucho sobre Pessoa en plan biográfico, pero donde mejor se le puede conocer, o estudiar y analizar, es a través de su obra, de la que destacamos el Libro del desasosiego, recientemente traducido.


© 2004 Estrella Cardona Gamio

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