Copyright del dibujo: Estrella Cardona GamioFragmento del cuento EL FALSO PRÍNCIPE
perteneciente a CUENTOS DEL ALMANAQUE de Wilhelm Hauff


“—No es suficiente con esta demostración —dijo el Sultán—. Pero tengo una forma, doy gracias a Alá, de descubrir si me engañáis.

Ordenó que le ensillasen el caballo más veloz, lo montó y cabalgó en dirección a un bosque que había no muy lejos de la ciudad. Según una antigua leyenda, allí vivía una hada buena, de nombre Adolzaide, quien a menudo ayudaba con consejos a los reyes de su linaje cuando se encontraban en un grave apuro. El Sultán salió en su busca.

En medio del bosque había un claro rodeado de cedros colosales. La tradición decía que era el lugar en donde vivía el hada y a donde casi nunca se acercaba ningún mortal, porque daba auténtico miedo y éste se había transmitido de padres a hijos.

Al llegar al lugar, el Sultán descabalgó, ató su caballo a un árbol, se colocó en mitad del claro y dijo en voz alta y clara:

—¡Si es verdad que aconsejaste a mi padre en momentos de necesidad, no rehuyas la petición de su descendiente y aconséjale en aquello que su capacidad humana no es capaz de desentrañar!

No había acabado aún de pronunciar la última palabra cuando se abrieron las ramas de un cedro, y salió de ellas una dama vestida de blanco hasta los pies y cubierta de velos.

—Ya sé porqué has venido, Sultán Saud. Lo haces de buena fe y por eso te ayudaré. ¡Toma estas dos arquetas! ¡Haz que cada uno de los que dicen ser hijos tuyos escoja una! Sé que quien sea el verdadero no se va a equivocar.

Así habló aquella dama cubierta de velos y a continuación le dio las dos arquetas de marfil adornadas a rebosar con oro y perlas. En la tapa, que el Sultán intentó abrir sin resultado, había unas inscripciones hechas con diamantes.

Al volver a casa, el Sultán iba cavilando qué podría haber en aquellas pequeñas arcas, que había intentado abrir sin éxito. La inscripción que traían tampoco le daba pista alguna de lo que podrían contener, porque en una de ellas se podía leer Honor y Gloria y, en la otra, Suerte y Riqueza. El Sultán pensaba que, si él tuviese que escoger, también se le haría difícil decidir entre dos cosas que veía igual de tentadoras e igual de atractivas.

Al llegar a palacio, mandó llamar a la Sultana...”

HADAS DEL BOSQUE


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