Hola,
de nuevo Lilí poniéndose al ordenata, porque
una vez al año no hace daño, ¡ji,ji!
Hoy
quiero contaros más historias de compañeros; hace tiempo,
primero os hablé de los animales en la literatura, y ahora
voy a relataros, más que nada, leyendas que tienen que ver
con animales que han pasado a la historia, que algunas pueden
ser reales y otras tal vez no, pero ahí están.
Una de las
que me viene en estos momentos a la memoria, seguro que
luego me iré acordando de muchas más, es la del caballo
alado Pegaso cuyo nacimiento fue mítico, como era
de esperarse, y que sirvió en la antigüedad de medio de
transporte a varios héroes griegos, Perseo el primero
de ellos ya que ayudado por Pegaso venció al dragón
marino que tenía prisionera a la hermosa princesa Andrómeda,
¿qué bonito, verdad?
Y en el antiguo
Egipto eran considerados como dioses el halcón, bajo el
nombre de Horus, el chacal, o Anubis y el
buey Apis, un buey muy particular que debía ser negro,
mostrar una mancha blanca en la frente y el dibujo de una
media luna blanca sobre el costado derecho así como la silueta
de una águila encima del lomo.
En la antigüedad
se respetaba mucho a los animales, y, al convertirlos en
dioses, los ponían a salvo de la maldad humana. Algo así
como especies protegidas, pero al estilo de entonces. Por
ejemplo, en el Egipto de los faraones, el Ibis, un
ave que pertenece a la familia de la cigüeña, y cuya muerte
era castigada con la pena capital, era muy venerada porque
limpiaba de orugas nocivas, serpientes y de las temibles
langostas, cuyas plagas eran frecuentes, también el gato,
¡faltaría más!, se hallaba entre los animales dignos de
culto.
Y volviendo
a Grecia, casi todos los dioses de la mitología tenían su
mascota, la diosa Hera, o Juno entre los romanos,
un pavo real, la diosa Atenea, o Minerva,
un búho, que es símbolo de sabiduría, la diosa Rea, o Cibeles
un león, Zeus, o Júpiter, un águila, Poseidón,
o Neptuno, el delfín, Hades o Plutón,
el feroz perro Cancerbero, guardián del averno,
Afrodita, o Venus, palomas, cisnes y pájaros,
Ares, o Marte, un gallo, Hermes, o
Mercurio, la tortuga con cuyo caparazón inventó la
lira, Febo, o Apolo, los cuatro caballos blancos
de su carro solar, y su hermana Artemisa, o Diana,
una cierva.
¡Para que
veáis si desde siempre no se nos ha dado la importancia
que merecemos, ea!
Luego ya
viene la parte que pudiéramos llamar histórica con la famosa
loba que amamantó a Rómulo y Remo al encontrarlos
en el bosque, abandonados recién nacidos dentro de una cesta.
Eran hijos de una princesa, y el hermano del soberano, que
usurpó el trono metiendo en prisión al rey padre de la joven,
quiso acabar así con sus sobrinos para no tener rivales,
pero no lo consiguió, claro, gracias a la loba que impidió
que se muriesen de hambre hasta ser recogidos por un pastor.
Muchos años después Rómulo heredaría el trono de
su abuelo, convirtiéndose él también en rey de Roma.
Existe otra
historia romana y esta que tiene que ver con los gansos
que estaban en el templo de la diosa Juno, sobre
el Monte Capitolino, y que avisaron de la invasión de los
galos en el año 390 a. C. Gracias a esta intervención, los
romanos no fueron cogidos por sorpresa. ¡Para que veáis!
Y para que
sigáis viendo, os hablaré de Walto que sirvió de
perro guía en una legendaria expedición que consistió en
llevar desde la ciudad de Nenana hasta la de Nona, el suero
que cortaría una terrible epidemia de difteria... Esto fue
en Alaska, en el siglo pasado, y en homenaje a Walto
en la ciudad de Anchorage, desde entonces, tiene lugar cada
año en el mes de marzo, la carrera más dura de todas las
de competición, la Iditarod. En ella compiten por
lo menos un centenar de trineos que arrastran perros de
las nieves...¡Y es una carrera gloriosa! Se cruza Alaska
entera bajo ventiscas y temperaturas de unos 45 bajo cero...
¿Se puede imaginar que se recorren más de 1688 kilómetros
de territorio helado y prácticamente desierto hasta alcanzar
la meta y con ella el triunfo? Todo eso quiere decir algo,
¿no os parece?
Pero hay
mucho más, porque en homenaje a mi amiguito Petrusky
el periquito australiano, os voy a contar una leyenda preciosa
que tiene que ver con las hormigas, llamadas de miel, en
su país, la lejana Australia.
Pues veréis,
los aborígenes relatan, al amor de la lumbre de las fogatas,
que las hormigas de miel, que viven bajo tierra, se convierten
en bolas de miel alimentadas por sus compañeras. Esta miel
así “envasada”, las convierte en tarros de miel para las
épocas de carestía, pero las pobres hormigas se pasan la
existencia quietecitas y aburridas... Bueno, aburridas al
parecer, y ahí da comienzo la leyenda; de estas hormigas
transformadas en despensa viviente depende, nada más y nada
menos, que el destino de la humanidad y si mucho me apuráis
hasta el del mismo planeta, y tal vez del universo... ¡Sí,
sí, como lo estáis oyendo!, porque estas hormigas mientras
hacen de tinaja, sueñan y en tanto que sueñan el mundo existe,
ya que ellas lo hacen posible, porque el día en que dejen
de soñar todo se acabará desvaneciéndose como el humo...
Bonito, ¿verdad?
Bueno, sólo
es una leyenda, ahora no os asustéis, ¿vale?
Y para finalizar,
quiero hablaros de los gatos, los gatos que padecemos fama
de antipáticos y egoístas, pues no señor, los gatos tenemos
nuestro corazoncito y si no, escuchad, sé de gatos que han
recorrido muchos y muchos kilómetros en busca de sus amos,
bien por haberse perdido, bien porque los amos se trasladaron
cuando el gato estaba por ahí a su aire, y esto es cierto,
lo que significa que no somos unos desangelados como la
gente cree, ¡ale!
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