MEMORIAS DE UNA GEISHA
por Estrella Cardona Gamio

Por regla general, suelo desconfiar siempre cuando veo la etiqueta de best-séller en un libro, y así fue como sucedió con el que motiva el presente comentario, que de no haber sido por un cúmulo de casualidades, no hubiera llegado a leer, pero lo he leído, y puedo asegurar que la sorpresa ha sido completa, ya que es una novela excelente.

Al margen de la polémica suscitada acerca de si el novelista, Arthur Golden, ha revelado secretos del mundo de las geishas sin la debida autorización, es un libro altamente recomendable por la forma en que está escrito, inusual en nuestros días en los cuales los best-séllers habitualmente hablan de crímenes y de violencia.

Según asegura el autor de la novela, ésta le fue prácticamente dictada por una auténtica geisha, llamada Mineko Iwasaki -la misma que no ha vacilado en denunciarle ahora por libelo una vez haber leído la obra traducida al japonés-, y eso debe ser cierto porque la obra muestra una riqueza de imágenes en su lenguaje de inspiración netamente oriental, que se descubre gratamente al comienzo de la novela, y que no la abandona en el transcurso de toda la obra.

El personaje de la geisha Sayuri, se halla perfectamente dibujado y sigue una línea de conducta inalterable a lo largo del desarrollo de la novela; es un carácter muy bien definido que se va afianzando con el paso de los años, pero que nunca se traiciona a sí mismo, logrando con ello un final de novela perfecto. Podríamos decir que Memorias de una geisha, es toda ella una exquisita melodía que concluye delicadamente en el arpegio final.

El hecho de que a lo largo de la novela nos vayamos enterando de las interioridades de un mundo singular, el de las geishas, con sus crueles rivalidades, y con el despiadado sistema que tienen de reclutarlas en su infancia comprándoselas a sus padres, eso sí, las niñas más bonitas y más graciosas, ya que las menos atractivas nunca alcanzan el status de aspirante a geisha, es lo anecdótico en la novela; lo verdaderamente interesante se nos presenta en el retrato psicológico de los personajes, todos y cada uno de ellos, sorprendente en grado sumo: hombres que aman a una mujer y tienen la paciencia de esperar años hasta conseguirla, mujeres que intuyen el amor, pero que lo desconocen, conversaciones y trato social en el que se mezclan la más exquisita cortesía y la grosería más humillante. Y luego el machismo, la mujer-geisha tratada como un auténtico objeto de adorno, o de relax, en el bien entendido que ese relax no siempre significa sexo, sino conversación, música o danza.

Algo, no obstante, llama mucho la atención en la novela, y no por lo escrito sino a la inversa: se trata de la postguerra japonesa, después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki; el tema se roza, se insinúa, se menciona como de pasada, es el único instante en el que creemos que Sayuri no habla como una japonesa, y en este momento descubrimos a Arthur Golden, un novelista norteaméricano.

Memorias de una geisha, es una novela escrita en primera persona y la protagonista es una mujer. Si Arthur Golden sólo ha tomado apuntes y luego ha recreado el personaje, nos debemos descubrir ante un gran escritor, porque la geisha Sayuri es una mujer con sentimientos y reacciones femeninas, cosa muy difícil de conseguir cuando quien escribe es un hombre. No nos extraña entonces que la novela haya obtenido un éxito tan grande, porque verdaderamente, merece hallarse entre las mejores de los últimos tiempos, y no por una cuestión de marketing, sino de sensibilidad.

Ahora bien, su autor corre el riesgo de que lo encasillen al pretender convertirle, público o editores, en un especialista de temas orientales, lo cual podría coartar totalmente su creatividad futura, ya que ese es el grave riesgo que comporta una novela de éxito, única en su género.

Esperemos pues, por el nacimiento de futuros personajes surgidos de la imaginación de Arthur Golden, que esto no suceda jamás.

Índice Libros recomendados