Maria Wollstonecraft

Maria Wollstonecraft nació el 27 de abril de 1759 en Spitafields, Inglaterra. Su padre se llamaba Edward John y su madre Elizabeth, de la familia de los Dixon de Ballyshamons, Irlanda. Fue la segunda de cinco hermanos, Edward, James, Charles, Eliza y Everine.

La infancia de María no fue nada feliz; su padre era un tirano maltratador que pegaba tanto a su mujer como a sus hijos y que dilapidó el patrimonio familiar en negocios ruinosos montando granjas por todo el país.

Un año antes de que su madre falleciera en 1780, María  se fue de su casa harta de vejaciones. Pero en aquella época no existían ningún tipo de facilidades que permitiesen que una muchacha se ganara la vida trabajando, por lo que hubo de ejercer de costurera y de señorita de compañía, oficios femeninos por excelencia; fueron unos años duros de los que, a lo largo de su existencia, María conocería bastantes.

Regresó al hogar, llamada por sus hermanas, para que cuidase de la madre enferma, pero, al morir ésta, no se quedó en él.

Tiempo después interviene rescatando a su hermana Eliza de las garras de un marido que parece replica del padre de ambas, Meredith Bishop. Eliza logra al fin la separación y las hermanas abren una escuela en Newington para sobrevivir. Las vivencias de María en este trabajo cristalizarán más tarde en Reflexiones sobre la educación de las hijas.

Más adelante María obtendrá el empleo de institutriz en Irlanda, en casa de Lord Kingsborough, pero allí sus ideas liberales no encuentran una buena acogida y, además, surgen problemas de tipo afectivo romántico con el heredero, un adolescente mucho más joven que ella. María es despedida y decide regresar a Londres, en donde un editor, Joseph Johnson publicará sus primeros escritos, novelas, artículos y después su Vindicación de los derechos del hombre, a la que, en 1792 seguirá Vindicación de los derechos de la mujer, libro escandaloso para la época ya que habla de la igualdad entre hombres y mujeres.

Los años que trabaja para Johnson le permiten conocer a otros escritores, entre ellos al filósofo William Godwin, con quien más tarde contraerá matrimonio siendo éste el padre de su segunda hija la cual en el futuro sería conocida como Mary Shelley, esposa del poeta que le dio su apellido, y autora de Frankestein.

En esa vida inconvencional y literaria mantiene un apasionado idilio, de tristes consecuencia, con Henry Fuseli, famoso pintor de origen suizo, hombre casado que la seduce y luego, para desembarazarse de ella, arroja al manicomio de Bedlam, de donde la rescatará su editor, pero no sin que antes María pase por unas experiencias terribles al ser tratada como demente.

En 1792 marcha a París, en calidad de lo que hoy llamaríamos periodista ya que va por encargo de Joseph Johnson, que también editaba La Revista Analítica, viviendo in situ la Revolución Francesa, de la que fue una dura crítica ya que la conoció de primera mano.

En 1794, en Francia, en casa de unos amigos le es presentado el capitán norteamericano Gilbert Imlay, un guapo aventurero que comerciaba en madera, además había escrito un libro sobre su país, y del que se enamora perdidamente teniendo a su hija Fanny, a quien diera este nombre en memoria de una amiga fallecida, muy querida. Al cabo Imlay la abandona por una mala cómica callejera, después de haberla utilizado enviándola a Suecia en cierta encomienda de negocios, y al regresar a Inglaterra, María realiza una tentativa de suicidio queriendo arrojarse al río, desde el puente de Putney.

Después de aquello, pero no inmediatamente, María Wollstonecraft, comenzó a frecuentar al filósofo y escritor William Godwin a quien ya conocía de sus primeros tiempos en Londres, yéndose a vivir con él en compañía de la pequeña Fanny, y acabó de nuevo embarazada, lo que les llevó a ambos a tomar la decisión de casarse pese a que ninguno de los dos creía en el matrimonio –ella opinaba que el matrimonio era la prostitución legalizada-.

El parto fue espantoso y la madre sobrevivió doce días al alumbramiento, falleciendo el 10 de septiembre de 1797, de unas fiebres puerperales debidas a la falta de higiene médica.

Si a su hija Mary Shelley le cabe el honor de ser la “madre” de la ciencia-ficción, es a María Wollstonecraft a quien debemos el asentamiento de las basas del movimiento feminista.

La influencia de un padre maltratador, que luego se repetiría en su cuñado, el comprobar lo dura que podía ser la existencia para una mujer sola en un mundo de hombres, el ser testigo de muchas injusticias cometidas contra sus hermanas de sexo y con ella misma, seducción y posterior arrojo al manicomio por parte de Fuseli, el abandono de Gilbert Imlay, hicieron que su prosa, y su narrativa, fuesen veraces y sin concesiones; retrataba lo que veía, y denunciaba a través de su pluma tanto la sojuzgación de la mujer, mal considerada, mal tratada y explotada, como la infantil.

Pero la auténtica bomba sería su obra póstuma, novela publicada en 1798: María o los defectos de la mujer en la que no se coarta a la hora de hablar de la sexualidad femenina y los deseos que conlleva, hasta ese momento atribuidos sólo al hombre. Nuevamente constituyó otro escándalo muy mal visto en el siglo XIX por la puritana e hipócrita sociedad inglesa, mas, por fortuna, esos tiempos reaccionarios ya han pasado, al menos aparentemente, en el común denominador del mundo occidental.

Por lo que atañe a su primera hija Fanny Imlay -que se quedó a vivir en la casa de Godwin una vez muerta la madre-, se suicidaría años después, envenenándose con una botella de laúdano al haberse enamorado de Percival Shelley quien prefirió a su hermanastra Mary.

 


© 2004 Estrella Cardona Gamio

Efemérides | Inicio

 

 

© C. CARDONA GAMIO EDICIONES. Reservados todos los derechos. En la Red desde 1999.