Robert Louis Stevenson


El 13 de noviembre de 1850 nace en Edimburgo Robert Louis Stevenson, en el seno de una respetable y acomodada familia, familia en la que el padre era un conocido ingeniero.

Su niñez fue enfermiza ya que siempre estaba recluido en casa y en la cama. No haciendo la vida normal en un niño, y, se supone que con pocas visitas infantiles, no le quedó otro remedio que el de ejercitar la imaginación para sobrellevar esas etapas de una existencia por completo anómala, cosa que a la larga le beneficiaría en su carrera de novelista.

Pero R.L. Stevenson no fue sólo un chiquillo de salud delicada, también fue un adulto eternamente enfermo, siendo esa misma salud deficiente la causa de su muerte en temprana edad a los 44 años.

Pese a no seguir la profesión paterna, cursó, de manera incompleta, estudios de ingeniería en la Universidad de Edimburgo, decidiéndose luego por las leyes -carrera que concluyó-, mas tampoco era ese un objetivo definido en su vida, y finalmente decantóse por aquello que verdaderamente le gustaba, o sea: la literatura.

Se ha de reconocer que aunque fuese un estudiante inteligente era también un joven indisciplinado al que le gustaba más divertirse con los compañeros que no aplicarse sobre los libros, así sus juergas y sus borracheras, eran mucho más frecuentes que lo que hubiera sido normal, porque, entre otras cosas, Stevenson fue un gran bebedor, hasta el punto que minutos antes de caer fulminado por el ataque de apoplejía que le condujo a la tumba, llevaba una botella de vino en su mano.

A la edad de 23 años, y decidido firmemente a escribir, muy en contra de otras ambiciones familiares, embarca rumbo a Francia, ya con los primeros síntomas de la tuberculosis que iba a atormentar el resto de su existencia.

Así da comienzo una vida de viajes –iniciada, no obstante, acompañando a sus padres en algunas ocasiones-, que ya no abandonará nunca más.

Es en Francia en donde conoce a la que será su compañera, Fanny Osbourne , una norteamericana trece años mayor que él, separada y madre de dos hijos, con la que contrae matrimonio el 19 de mayo de 1880.

La obra literaria de Stevenson ha comenzado ya hace tiempo –bien que con relatos de viajes y ensayos-, revelando en él a un escritor de gran sensibilidad creativa y ameno lenguaje, pero es a raíz de su boda cuando empiezan a surgir las novelas que luego se convertirán en universales.

La isla del tesoro –1881-, por ejemplo, cuya génesis, asegura la leyenda, tuvo lugar al escribirla el autor, dedicándola a Samuel, el hijo varón de su esposa, siendo, como aquel que dice, una novela juvenil y de aventuras hecha para un adolescente, clásico cien mil veces leído por sucesivas generaciones de todas las edades, pero que, incomprensiblemente, en su tiempo no fue aceptada como se merecía. Es de suponer que de resultas de las malas críticas, la salud frágil de Stevensón se resienta, complicándosele una congestión pulmonar con otra renal, lo que le obliga a una larga convalecencia.

A principios de 1886 se publica El extraño caso del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde, que le convierte en célebre, y bien pagado escritor, de la noche a la mañana. Novela corta que estuvo a punto de desaparecer, cuando su primer original fue destruido –no queda muy claro si fue por el propio autor en un arrebato o por su esposa, asustada ante el terrorífico argumento-; afortunadamente, Stevenson rescribió el tema, que no ha perdido vigencia a pesar del tiempo transcurrido, ya que trata del infierno de las adicciones, y el retrato es magistral.

En 1888 escribe La Flecha Negra, una novela de aventuras, llena de gran frescura y vitalidad, que ha llegado hasta nosotros refrendando la capacidad que poseía Stevenson al escribir argumentos tan diferentes los unos de los otros, cosa para la cual muy pocos autores se hallan dotados. Falleció el 3 de diciembre de 1894 de un derrame cerebral en Vailima, Samoa, a donde llegara cierto día en uno de sus tantos viajes, y decidiera instalarse, enamorado de aquellas tierras.

Su casa estaba en una ladera del Monte Vaea, contemplando ese mar que Stevenson amaba tanto, como a él le querían y respetaban los nativos quienes ya en vida le otorgasen el título de Tusitala, que equivale en su idioma a “Caja de cuentos”.

Robert Louis Stevenson no tuvo hijos propios de su matrimonio con Fanny Osbourne, pero la obra que dejó, es el mejor testimonio de su paso por este mundo.
   

© 2001 Estrella Cardona Gamio

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