Manuel de Pedrolo

El escritor catalán Manuel de Pedrolo -mayor de dos hermanos, el pequeño Ramón-, nació el 1 de abril de 1918 en L’Aranyó, la Segarra. De ascendencia noble vino a este mundo en un castillo que perteneciera a la familia.

Este nacimiento influyó grandemente en su infancia ya que el padre, abogado y miembro de Accio Catalana, era un hombre muy pagado de sus antecesores e hizo vivir al niño en un mundo irreal en el tiempo; se le vestía y se le peinaba de manera no acorde con su época, que luego le marcaría a la hora de ir al colegio por primera vez a los ocho años; los niños se burlaban de él, ya que iba uniformado de manera diferente por imposición paterna y pronto vióse marginado siendo además, objeto de burla.

Aunque al año de nacer la familia se trasladase a Tárrega, quedando el castillo muy atrás, esa sombra se proyectó a lo largo de su vida, una existencia de lucha constante por sobrevivir en las duras condiciones de los tiempos que siguieron a 1936.

Empezó sus estudios en las Escuelas Pías, más tarde comienza el bachillerato que irá a terminar en Barcelona pues pretende estudiar medicina, y en 1935 escribe sus primeros poemas, afición por la literatura que ya se había iniciado prácticamente a edad temprana al disponer de una bien provista biblioteca en casa de su padre. En 1937 fue incorporado en el Ejército Popular en artillería, y con este ingreso, un incipiente empleo de maestro se fue al traste.

Aún y en un medio tan incómodo, en 1938, escribe los que serán sus primeros relatos.

Al llegar aquí debo hacer una puntualización: Manuel de Pedrolo era un militante anarquista de la CNT que luchó en la Guerra Civil española en el bando republicano y que al acabar la contienda estuvo prisionero en un campo de concentración, ahora bien, la información sobre su vida que he podido espigar de aquí y de allá, pues no abunda, resulta cuando no escasa -ignoro los nombres de sus padres,  de su esposa y de su hija e incluso de qué murió el escritor-, confusa como, por ejemplo, el hecho de que siendo un decidido izquierdista, luego de salir del campo de concentración, se le destine en 1939 a Sanidad en Valladolid, licenciándose en 1941. Obviamente aquí hay una laguna muy mal explicada, ya que no tiene coherencia con su posterior trayectoria por completo desvinculada del régimen imperante.

Junto a un amigo, trabaja entonces en una Agencia de publicidad, pero este intermedio laboral dura muy poco ya que al año siguiente tiene que volver a prestar de nuevo sus servicios esta vez en el Hospital Militar de Barcelona.

De 1943 hasta 1945, hará de agente de seguros, trabajará en un estanco e iniciará un negocio de frutas con otro amigo.

En 1946 contrae matrimonio y vuelve a Tárrega.

Dos años después escribe el primer libro de poemas Esser en el món, y en 1949 la primera novela, Elena de segona ma.

En 1950 se establece en Barcelona donde colabora en varios negocios que fracasan, y al otro año se convierte en padre de una niña. Dentro de este mismo periodo traba relación con nombres muy significativos en la cultura catalana, por ejemplo, Carles Riba y Joan Triadú.

Su afición por la literatura le facilita el entrar en una editorial de corrector –como anécdota citaremos que llegó a ser corrector de estilo de la misma Corín Tellado-, y más tarde se convertirá en traductor tanto de autores de habla inglesa como francesa, cuya universalidad beneficiará mucho su forma de escribir comunicándole un aire internacional.

Su siguiente obra propia será un libro de relatos, Els premis literaris i altres coses.

A partir de 1954 se coloca en una agencia de detectives, que pertenece a su amigo Francesc Armengol, y que, solucionándole la vida económica, le otorga experiencia en unos conocimientos de investigación privada que más tarde le servirán en algunas de sus novelas.

Obtiene el Premi Joanot Martorell con Estrictament personal, que es publicado en 1955 y en este año empieza a trabajar de asesor literario, en el apartado de inglés, de otra editorial.

Al ganar el Premi Víctor Cátala en 1956, deja de escribir cuentos.

Manuel de Pedrolo alternó la narrativa con las obras teatrales, de las que escribió trece en el período comprendido entre 1954 y 1963.

En 1963 es nombrado director de la Cua de palla, una excelente colección en catalán, de novela policíaca extranjera.

En la década de los 70 empezará a vivir de sus obras, bien que modestamente.

En 1990 fallece en Barcelona, yendo a su entierro solamente su esposa, su hija y un amigo que llegó tarde al sepelio.

Manuel de Pedrolo fue un gran escritor que supo cultivar el relato, o cuento, con una maestría inigualable y que le pone en cabeza con los grandes de este género como puedan ser Chejov, Mansfield, Parker o Carver, en cuanto a sus relatos de ciencia-ficción no tienen nada que envidiar a los de autores especializados y famosos internacionalmente, y por lo que hace a su novela futurista Mecanoscrit del segón origen, de todos conocida ya que incluso se llevó a la pantalla, es una obra maestra. ¡Lástima que un  talento como el suyo no alcanzase en vida el reconocimiento que merece!, siendo su buen hacer eclipsado por otros novelistas más populares por mediáticos.

Aparte de los premios ya mencionados, obtuvo también a lo largo de su existencia, el Sant Jordi, el Lletra d’or y el Prudenci Bertrana.

Entre sus novelas recordaremos Un amor fora ciutat, Cendra per Martina, Tocat pel foc, Acte de violencia, y, Totes les besties de càrrega.

Pedrolo fue perseguido por la censura e incluso años después de su muerte se han llegado a publicar obras suyas que no pudieron serlo en su momento.

Manuel de Pedrolo fue un escritor al que le tocó vivir en un tiempo oscuro, que trabajó mucho, ganó poco, y que se fue a la tumba con el sentimiento de que su obra no había recibido la acogida de la que era acreedora, por eso no debemos olvidarle ni, repito, anteponer a su nombre el de otros mucho más publicitados, quizás con menos méritos.

Leer la obra de Manuel de Pedrolo es leer buena literatura escrita en catalán, dura en ocasiones, triste en otras, impactante siempre y siempre también, desarrollada con un lenguaje moderno, sencillo y directo; Pedrolo es uno de los mejores compañeros de viaje que pueda tener el lector

 


© 2005 Estrella Cardona Gamio

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