Lewis Carroll


Lewis Carroll, que no se llamaba Lewis Carroll, sino Charles Lutwidge Dodgson, vino a este mundo en la aldea de Daresbury, en la región de Lancashire, el 27 de enero de 1832, en donde residió hasta cumplir los 11 años.

El futuro Lewis Carroll, primogénito de una familia compuesta por 8 hermanas y 2 hermanos, todos zurdos, y ligeramente tartamudos, incluyéndole a él, era hijo del vicario del lugar, y su infancia fue sosegada, tal vez demasiado aburrida y por ende razonablemente feliz. Luego Charles creció, pero antes, todo el clan familiar se había trasladado a una aldea de Yorkshire llamada Croft, por motivos del ministerio de su padre, por nombramiento, Capellán inspector, y más tarde Archidiácono y canónigo.

Dado que el mundo de Lewis Carroll es absurdo y disparatado, cabe formularse una pregunta malintencionada, ¿ejerció el ambiente familiar, rutinario y convencional, la influencia contraria a lo que se buscaba en la educación de unos hijos, que, por otra parte, y fuera del escritor, no destacaron en nada que haya trascendido?

Mucho más tarde, el mismo Charles Lutwidge Dodgson, revelado niño prodigio en el colegio, llegó a tomar las órdenes de diácono, siguiendo la huella paterna, pero antes, licenciado en letras, ya impartía clases y vivía, en el ambiente universitario de Oxford, en el cual permaneció 47 largos años, es decir, el resto de su vida.

Y esta persona singular, profesor y diácono, introvertido, soñador de países maravillosos, de mundos de espejo, y al mismo tiempo destacado matemático, mente lógica donde las hubiere, amante del teatro y aparente misógino porque nunca contrajo matrimonio ni se le conocieron amores, no sólo escribió Alicia en el País de las Maravillas, sino que se enamoró de su heroína, no un producto puramente mental, ya que la pequeña Alice, hija del Doctor Liddell decano en el departamento de Christ Church, en Oxford, constituye el modelo en el cual se basó el personaje de ficción. Una extraña historia de amor, tan atípica, como el mismo Charles-Lewis, pero, ¿acaso existe conclusión más delatora que el final de Alicia en el País de las Maravillas, en las últimas palabras con las que termina el famoso cuento? Un amante melancólico ante la certeza de su amor imposible, no se expresaría mejor.

Alice Liddell contaba unos cuatro años, cuando el joven Charles la conoce. Él trabajaba en la Biblioteca, y la niña, junto a sus dos hermanas, jugaba en el jardín al que se abrían las ventanas de la sala de lectura, y debido a lo obligado de la vecindad, nació entre ellos una relación amistosa que se hizo intensa.

En 1856, Dodgson comienza a colaborar en revistas, editando algunas, adopta su famoso seudónimo, se hace amigo de la actriz Ellen Terry, y traba relación con el poeta lord Tennyson y con Ruskin el crítico de arte, quien más tarde le disuadiría para que incluyese en la versión definitiva de Alicia, (la primera se tituló Las Aventuras Subterráneas de Alicia y falta, entre otros personajes, el famoso gato), sus dibujos siendo propuesto y elegido el ilustrador John Tenniel, substitución que fue aceptada a regañadientes por Lewis Carroll.

Una de las aficiones del escritor, hobby reservado a pocos en su época, fue la fotografía y gracias a ella han podido llegar hasta nosotros los retratos que él realizó tanto de Alicia Liddell, su pequeña musa inspiradora, como de numerosas amiguitas suyas, de Carroll. Porque ésta es otra, la curiosa costumbre que el escritor tenía de establecer lazos amistoso con criaturas de corta edad e invariablemente niñas, a los niños los aborrecía, lo que ha dado pábulo a muchas habladurías en las que se asegura que esa atracción suya experimentada hacia las impúberes, no era sino cierto tipo de desviación sexual que incluso V. Nabokov, menciona con sutil ironía, aunque no podemos negar que Alicia en el País de las Maravillas, o más bien Alice Liddell, unida a sus propias fijaciones infantiles, las de Nabokov, fueran el germen del que naciera posteriormente su no menos célebre LOLITA.

En las fotografías de Lewis Carroll descubrimos como Alice es una niñita morena con gesto de fastidio, que no encaja físicamente con la Alicia rubia, impertinente y curiosa, del cuento, es "otra niña", y sin embargo, "es" Alicia mal que nos pese.

El día 4 de julio de 1862, y en el transcurso de un memorable viaje en barca por el Támesis cerca de Oxford, Lewis Carroll relata a Alice y a sus dos hermanitas un cuento que va surgiendo inspirado en parte, por los acontecimientos de la excursión: Las aventuras Subterráneas de Alicia, tiempo después rebautizado como Alicia en el País de los Elfos, y dos años más tarde con el título ya de todos conocido.

Hay que puntualizar que Carroll, narró aquella tarde otro más de sus cuentos, que tal vez se hubiese perdido de no ser por la insistencia de Alice en que lo escribiera "para ella". ¿Cómo iba a negarse, entonces, el profesor Dodgson?

Asegura la leyenda que Carroll se pasó la noche en vela escribiéndolo y haciendo los dibujos, lo que, como leyenda, está bien, mas la realidad indica todo lo contrario ya que hasta en el mes de febrero del siguiente año, no acabó de escribirlo y dibujarlo, regalándoselo a la pequeña un año después, por Navidad, aunque con cierta anticipación, puesto que ello tuvo lugar el 26 de noviembre de 1864.

El cuento de Alicia, tal y como lo conocemos, se publicó en 1865, el mismo 4 de julio, en conmemoración de la famosa tarde en que fue contado por primera vez.

Lewis Carroll nunca llegó a imaginar que sus cuentos se publicaran y de haberlo supuesto alguna vez, mucho menos el que tuvieran el éxito arrollador que conoció la primera Alicia y después la segunda atravesando el espejos. Por cierto, que esta segunda Alicia no tiene nada que ver con la primera aunque literariamente sea la misma, ya que se la inspiró otra niña de igual nombre.

Gracias a sus historietas infantiles, ya que escribió muchas más, cuya financiación él mismo costeaba a las editoriales, que con gusto le hubieran pagado, el profesor Dodgson, matemático eminente, y autor de serios libros de texto, se hizo rico, pero como era una persona caritativa, empleó ese dinero en hacer obras de beneficencia, faceta suya ésta no demasiado divulgada.

Charles Lutwidge Dodgson, falleció en 1898, el 14 de noviembre, de una gripe que degeneró en pulmonía, a los 66 años de edad y con él recibieron sepultura, muchas de las incógnitas que aún hoy en día investigan sus biógrafos, por ejemplo, ese desmedido amor por las niñas que, en cuanto crecían, "abandonaba", su fijación por Alicia Liddell a la que, excepción de su propia regla, jamás olvidó, llegando incluso a cartearse con ella ya en el final de su existencia, siempre a propósito de la Alicia de ficción, enviándole varias misivas absolutamente inocentes, y...
Pero esto merece punto y aparte.

En 1999, saltó a la prensa una noticia desconcertante, Richard Wallace, investigador, había publicado un libro tratando el tema de Jack el Destripador, cuya identidad ni más ni menos atribuía a... ¡Lewis Carroll!, basándose para ello en que Carroll había predicho el asesinato de las víctimas en sus poemas, con 16 años de anticipación, aparte de incluir pequeñas muestras identificatorias, luego halladas en los cadáveres mutilados. Otro detalle que según R. Wallace le incrimina es que las noches de los asesinatos, Carroll carecía de coartada, y, para redondear la acusación, asegura que si el profesor escribía regularmente su diario personal con tinta roja, las fechas en que el Destripador hacía de las suyas, Lewis Carroll utilizaba tinta de color negro.

No hemos leído ese libro para poder emitir un juicio crítico, pero lo que sí afirmamos es que el diario íntimo del autor de Alicia, quedó en posesión de su sobrino Stuart Dodgson Collingwood, y no resulta difícil suponer que si el citado diario hubiese encerrado pasajes escabrosos que inculpasen a su famoso tío, Mr. Dodgson Collingwood lo hubiera destruido.
 
 

© 2000 Estrella Cardona Gamio


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