Emily Jane Brontë


Emily Jane Brontë nació el 30 de julio de 1818 en Thorton, Inglaterra y dos años más tarde, en 1820, la familia se trasladó a Haworth, en Yorkshire, en donde la novelista vivió toda su vida si exceptuamos el breve paréntesis de la conocida estancia en Bélgica.

En 1821 fallece Mary  Branwell, su madre, y en 1825 mueren en la infancia, entre los meses de mayo y junio, Mary y Elisabeth, las dos hijas mayores de la familia Brontë, compuesta hasta entonces por cinco niñas y un chico, yendo a cuidarlos la hermana de su madre.

Huérfanos los niños Brontë, con una tía solterona al mando del hogar y un padre, el irlandés Patrick Brunty, primero aprendiz de tejedor, maestro de escuela después y finalmente clérigo, los cuatro supervivientes crecieron en un ambiente en el cual, la imaginación desbordada del padre –en sus tiempos de estudiante de teología había llegado incluso a cambiarse el apellido transformándolo en Brontë, palabra derivada del griego y cuyo significado es trueno-, ayudó a que su infancia fuese un lugar maravilloso lleno de libros, arte y juegos por medio de los que se evadían de la aridez del ambiente y de las influencias victorianas de la época; Emily contaba entonces entre 8 y 9 años.

En 1831 Emily y su hermana Anne, comienzan a escribir conjuntamente lo que ellas titularían La saga de Gondal, ya que la literatura y la poesía en plan creativo, tampoco le era ajena a la familia Brontë.  

Se ha hablado mucho de que Emily Brontë casi no salió de las cuatro paredes de su casa y esto es una verdad a medias, ya que a los 19 años fue a enseñar a una escuela, cerca de Halifax y más tarde, de febrero a noviembre de 1842, ella y Charlotte fueron a un colegio en Bruselas a estudiar música e idiomas, ya que el único futuro posible para una joven honesta de entonces, si no se casaba, era el de institutriz o bien señorita de compañía, y para eso había que estar preparada.

(Posteriormente, las tres hermanas Brontë abrirían ellas una escuela dirigida por Charlotte).

Las Brontë tenían un hermano, Patrick Branwell, que muriendo joven, marcó una profunda huella en Emily quien lo adoraba igual que el resto de la familia, pero en ella aquel afecto quizás caló más hondamente que en ninguno.

Branwell poseía alma de artista e hizo sus pinitos de escritor en 1844 con una novela, aparte pintaba y a él se deben varios retratos de sus hermanas, pero en otros aspectos, era un perfecto “bueno para nada” -ya que desempeñó diversos trabajos sin éxito-, opiómano y bebedor, arruinó su salud y su vida complicando la de sus familiares de paso aunque nadie pareció darse cuenta de ello ya que era el niño mimado al que se le perdonaba todo, y mientras tales cosas sucedían, una existencia enrarecida bajo el techo de la familia del clérigo Patrick Brontë, las muchachas escribían poemas y novelas. Poemas que finalmente se publican -eso sucede en 1846-, financiados por ellas, bajo seudónimo masculino: Currer, Ellis y Acton Bell –las iniciales nos revelan quienes eran sus autoras-, que obtienen una escandalizada resonancia más por el hecho de ser mujeres que no por la calidad de sus versos, de cuyo libro sólo se vendieron dos ejemplares, pero antes, en diciembre de 1845, Emily comienza a escribir Cumbres Borrascosas, en julio del año siguiente concluye la novela, y es también en diciembre de 1847 que Cumbres Borrascosas se publica, siendo muy mal acogida por el público, ya que su estilo, rudo y salvaje, se aparta por completo del imperante en la literatura de su época, hasta el punto de que durante años el libro yació olvidado por no considerársele, ni siquiera, una buena novela, tanto más sorprendente el hecho, para sus contemporáneos, cuando Charlotte se hacía famosa con Jane Eyre convirtiéndose en una escritora consagrada, y Anne era a su vez aceptada como buena literata, aunque con reservas.

El 24 de septiembre de 1848 muere Branwell, y a la vuelta de su entierro Emily coge frío, que el 1 de octubre se concreta con un resfriado a cuya curación prácticamente se niega al rechazar al médico, lo que finalmente la lleva a la tumba en diciembre del mismo año.

Hasta aquí la corta biografía de una novelista, con fama de carácter taciturno y sombrío, cuya existencia fue muy breve; autora de un puñado de poemas, que también han triunfado ya que entre ellos, Old Stoic y Last lines han vencido el paso de los años revelándola mejor poetisa que sus hermanas, y de un solo libro, parecía condenada al olvido por la sociedad victoriana, mas, el tiempo le ha hecho justicia y actualmente su celebridad es un hecho que no admite discusión, sobrepasando incluso a Charlotte, de las tres hermanas la que pareció acaparar el triunfo completo con Jane Eyre, ya que Anne ha acabado en un discreto lugar a la sombra de las otras dos, aunque cabe mencionar como dato anecdótico, que su novela The Tenant of Wildfell Hall, basada en un personaje alcohólico, no deja de ser una obra original y también fuera de su tiempo al no estar bien considerada por la crítica que juzgó inapropiado el argumento para ser escrito por una mujer, mereciendo, además, este poco afortunado comentario por parte de Charlotte: “la elección del tema ha sido un completo error”.

En 1850 se reeditó Cumbres Borrascosas con un adjunto de una selección de poemas de Emily y una biografía escrita por la propia Charlotte, pero ¿hasta qué punto fue ésta fiel a la memoria de su hermana? Y aquí se abre un interrogante que intriga a los lectores de Emily Brontë, y que merece el comentario por nuestra parte.

Según parece, Charlotte revisó la novela de su hermana una vez fallecida Emily, recortando fragmentos con el fin de que Cumbres Borrascosas se pudiera publicar en un solo volumen en lugar de los tres originales, o sea, por razones de espacio ya que tal vez –el comentario es mío-,saliese mucho más económica su edición. También se permitió el cambiar la puntuación, y desde entonces hasta 1963, la versión que corría del famoso libro siendo objeto de numerosas traducciones, era de Charlotte y no de Emily. Pero en 1963, el editor William M. Sale, Jr., de Nueva York, con el sello W.W. Norton&Company, publica, tal cual lo escribió su autora, el texto integro de Cumbres Borrascosas, o, en inglés, Wuthering Heights, del que en 1978 se realizó una traducción en castellano debida a Rolando Costa Picazo y editada por Javier Vergara.

Siempre se ha rumoreado que Charlotte envidiaba secretamente a su hermana Emily, aunque no hay que caer en el tópico de la crítica que es el más fácil de todos. Probablemente Charlotte no fue tan malintencionada como sus detractores pretenden y quiso arreglar a su manera el texto de la novela como hacía con las suyas, sin embargo, pecó de excesivamente oficiosa.

Otro apartado que requiere ser mencionado, es el que los estudiosos de Emily Brontë hayan achacado la pasión devoradora de Catherine y Heathcliff, a la recreación de unos inconfesados amores incestuosos entre Emily y su hermano Branwell, ya que aquella murió soltera y probablemente virgen; se basan en que los amantes crecen como hermanos y nunca se consuma su amor ya que algo parece impedirlo, mas tales investigadores parecen olvidar que Branwell se enamoró de una mujer casada, y que si Emily, en cuestión de semanas, siguió a la tumba a su hermano, fue porque su salud se hallaba minada por la tuberculosis y no pudo resistir el golpe. Lo mismo le sucedió a Anne Brontë, que falleció de tisis, al año siguiente en 1849, y nadie se ha inventado historias a su costa. 

(Por esta regla de tres también podríamos inferir que Cathy y el niño gitano que el señor Earnshaw se trajo un día de Liverpool, podrían serlo verdaderamente, caso de que el padre de la heroína hubiese tenido un desliz en otro tiempo; especulación sin fundamento, indudablemente).

Lo verdaderamente cierto es que Cumbres Borrascosas es una gran novela, anticipada a la época en la cual se publicó, y que su autora ha visto, por fin, reconocido el prestigio que merece.
   

© 2002 Estrella Cardona Gamio


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